Caramba con la monja

La verdad, nunca me han interesado las santas. Mi interés lo han despertado siempre las otras: las imperfectas mujeres de carne y hueso que habitan la tierra. Y sin embargo reconozco que Santa Teresa, cuya imagen en mi mente correspondía a la de una monja que por allá en el 1500 había vivido una tórrida historia de amor con Dios y que además se había atrevido a dejarla por escrito, me tentaba. Por eso cuando hace unos días rastreaba la biblioteca de una amiga en busca de una lectura estimulante y vi ese librito fucsia con dos nombres impresos en el lomo: Kate O'Brien y Teresa de Ávila, hice el gesto que todos los libros en reposo ansían: estiré el brazo y lo tomé en mis manos.


 
En la primera página Kate O'Brien, novelista y dramaturga irlandesa, deja claro que escribe este libro porque le da la gana y guiada por la profunda admiración que siempre ha sentido por Teresa de Ávila, la gran reformista, escritora y mística española a la que considera una mujer genial, en el sentido de mujer tocada por la genialidad. Caramba con la monja, pensé, y me lo llevé a casa entusiasmada. 

 Se trata de un texto breve, no llega a las cien páginas, donde Kate nos presenta a Teresa no como la santa canonizada sino como una mortal que vivió en el siglo XVI (situémonos: el siglo de la Reforma, el Renacimiento, el Concilio de Trento, Lutero, la Inquisición) y que consiguió llevar a cabo la reforma de la Orden Carmelita para devolverle la humildad, el silencio y el carácter ascético con el que había sido fundada en el siglo XII por un grupo de ermitaños al pie del monte Carmelo. 

En lo que se refiere a sus experiencias místicas Teresa tenía visiones, conversaba con la Trinidad, para su horror se elevaba del suelo al rezar, sufría el trance, la traslación y la transfixión. Y sin embargo lejos de caer en manos del demonio, su fe en Dios, al que se refería como “Su gran majestad” se fortaleció y salió victoriosa de esa experiencia religiosa en la que el sentido queda detenido y el alma toma el control. “A sus cuarenta y nueve años fundó sus primeros conventos de la Regla Primitiva con sus cuatro o cinco jóvenes seguidoras. Y mediante este sencillo y necesario gesto lanzó a Ávila, a la Orden Carmelita y a la jerarquía española a una confusión que habría de ser encarnizada y prolongada.” 

En lo que respecta a su faceta de escritora, Kate O'Brien celebra la extraordinaria capacidad de Teresa de Ávila para dar testimonio de su alma y transcribir en una prosa sencilla su experiencia mística. “Es evidente que nada de lo que dijo Dante sobre el malebolge la habría sorprendido. Tampoco Wordsworth podría haberle dicho nada que lo que no hubiese informado ya ella, en su modesta prosa, sobre la suspensión de los sentidos y el vuelo del espíritu que va más allá de donde estos llegan y alcanza el éxtasis”. 

Para acabar, recojo la advertencia de Kate O'Brien a los futuros lectores de esta obra: “Si alguien es incapaz de dejar en suspenso la duda personal ante la cosmología cristiana de Teresa, dicha persona leerá acerca de los veinticinco años siguientes de su vida solo para reírse de ella o dárselas de psiquiatra. Sin embargo, no será este el caso de ningún poeta, sin importar cuál sea su país, color, época o credo.”la editorial Vaso Rato se encargó de traducirlo y publicarlo en España.