Va por ti, Plutón

Plutón vendría a ser el Jacques Derrida de la astrología: te hunde, aunque sólo para desmontarte.Es el planeta de la muerte y la destrucción, pero no viene a enterrarte, sino a deconstruirte. Este pequeño planeta cabrón te sume en la miseria y la desesperación y si crees que tienes algo, por poco que sea, te lo quita. Es malo, muy malo, sí, pero no es cruel: su intención última es que vuelvas a empezar de cero con las cuatro cosas que te queden, literalmente, claras. Como lo malo, si largo, dos veces malo, Plutón es el que menos prisa tiene de todos los planetas del sistema solar. Avanza como el elefante: lento pero aplastante. Tarda 240 años en darle una vuelta al sol, lo que quiere decir que se pasa unos 20 años en cada signo y que un aspecto de Plutón sobre tu carta natal puede durar entre tres y cinco años.

En estos momentos Plutón está retrogradando sobre mi Venus natal, lo que a la práctica de traduce en que me dio un primer calambrazo en primavera, ahora vuelve a la carga y en otoño me arreará un tercer meneo. Y eso es sólo el aperitivo. En cuanto deje tranquila y bien deconstruidita a mi Venus (¡oh musa, oh diosa, oh fuente inagotable de placer e inspiración, vuelve a mí!) se entregará a una perfecta conjunción con mi sol natal. O sea, que la luz al final del túnel será un tren.

En este maravilloso y fascinante proceso de demolición estructural, voy atravesando con más pena que gloria una hecatombe personal que lo único bueno que tiene es que sólo te puede pasar una vez en la vida (a no ser que vivas 240 años, claro). Y todavía me queda, por lo menos, un año más para apreciar en profundidad las diversas formas que toma la pérdida.

Lo que me pregunto ahora, en esta silenciosa noche estrellada, mientras me sirvo otra copa de vino y la miro con etílica suspicacia, es para qué necesita este cabrón dos años más. Le ha bastado uno para dinamitar el puente que llevaba años construyendo y dejarme sentada en un banquito de piedra viendo las plantas crecer. La de los otros huertos, claro, porque en el mío no hay semilla que brote.

Así las cosas he decidido hacerle caso a mi viejo amigo Luis, un sabio y entrañable filósofo que peca de estoico: “donde no puedas mandar, obedece” y darle un voto de confianza, qué remedio, a la inevitable sombra plutoniana que me persigue. En esta incierta noche de agosto levanto mi copa y acepto tu misteriosa bendición envuelta en espinas. ¡Va por ti, Plutón! Adelante, arrasa cuánto debas. Veamos qué queda en pie. 

Por cierto, un saludo a todos los supervivientes de Plutón. Morituri te salutant.