Tu verdad

Hace unos meses alguien me dijo: "la verdad te hará libre". Es una frase bonita, resultona, muy de post de Instagram. La persona que me la dijo no tiene cuenta de Instagram y no es dada a ir dando consejos, incluso cuando se los piden. Sin embargo esa tarde, por alguna razón que yo no logré captar, quiso despedirse de mí solemnemente, dejando salir esas palabras de su boca lentamente, como si me estuviera entregando un mensaje importante que no debía yo olvidar fácilmente. 

    Asentí con cara de haber recibido una gran enseñanza pero lo cierto es que no me interpeló lo más mínimo. En esos momentos no estaba yo buscando ninguna verdad y no veía qué podía tener eso que ver con mi libertad. Así que como me suele pasar con las cosas que no me mueven internamente, dejé caer la frase en un saco vacío y me olvidé por completo de ella.

    Sin embargo así como las cosas van y vienen y todo puede cambiar en un segundo, unos meses después me vi de pronto interesadísima en el asunto de la verdad. Esa frase que me había resbalado, como resbala una gota de lluvia por un chubasquero despistado, vino hacia mí como un mísil, tan inesperado como inevitable.  

    La verdad es un concepto muy abstracto y a mí lo abstracto me entretiene un rato pero no me convence. Yo soy más de llegar a conclusiones por la vía empírica. Me quedo con lo que me atraviesa el cuerpo, no con lo que sólo estimula mi mente. Así que por más vueltas que le di a la verdad como concepto, a la práctica no me sirvió de mucho. 

Bah, la verdad. ¿Qué verdad? Tu verdad, mendruga.

    No hay que subestimar a los artículos. Un artículo, por secundario que pueda parecer, tiene la capacidad de modificar la forma de una frase, y ya se sabe que forma y fondo van de la mano. Ese pequeño cambio ortográfico: "tu" en lugar de "la" le dio un giro definitivo a mi búsqueda. Lo que yo necesitaba encontrar no era la verdad del mundo, la verdad mayúscula que todo lo sabe y todo lo explica, sino mi verdad. La pequeña verdad que vive en mi interior, como vive en el interior de cada ser que se interroga e intenta resolverse en los dilemas que se le presentan.

    Modifiqué la frase a mi conveniencia, que es lo que hacemos los escritores todo el santo día, y la cosa quedó así: "Tu verdad te hará libre". Voilà: se abrió una puerta. Pero todavía faltaba otra. Porque si la verdad es un asunto abstracto, no digamos ya la libertad. ¿Qué es ser libre? Pues muy sencillo, no ser esclavo. Y aquí, como allí, volvemos a las pequeñas esclavitudes que cada cual arrastra en su interior, lo sepa o no, lo quiera reconocer o no, quiera enfrentarse a ello o no, y que se interponen entre su ser y la genuina expresión de su ser. 

    Un último apunte más que en estos tiempos de confusión extrema de lo básico me parece importante aclarar. Cuando digo libre no digo invulnerable, inmune, todopoderosa, perfecta. No digo súper segura, resabiada, exitosa, rica, guapa o popular. La pequeña gran verdad que habita en cada una de nosotras, no sirve para eso. Tu verdad sirve para ser quién eres.