Tú no eres como yo: el principio del odio

“No te conozco de nada, ni falta que hace. Tú no eres como yo. Tú no mereces un techo, ni amigos, ni amor, ni trabajo. Tú y yo no tenemos nada en común porque tú no eres un ser humano. Por eso te ignoro, te rehuyo, te excluyo, niego tus derechos y te trato con asco”.

Ese es el discurso mental de una persona que siente hostilidad y desprecio hacia un desconocido basándose en una serie de prejuicios sobre el nivel de melanina de su piel, sus creencias religiosas, la persona a la que ama, su manera de ser hombre o mujer, sus capacidades físicas o mentales o su nivel de pobreza. Prejuicios que si no se cuestionan, escalan a la agresión directa: “Por eso me burlo de ti, te insulto, te escupo, te empujo, te amenazo, te pateo, te acuchillo o te pego fuego mientras duermes en un cajero”.

Esa es una de las muchas cuestiones que se trataron los pasados 6 y 7 de octubre en el El I Congreso Internacional sobre la Infradenuncia de los delitos de odio, organizado por la Asociación Columbares en colaboración con la Universidad de Murcia y en el que se presentó la investigación nacional realizada por la Dra. María Pino, el Dr. Imad Boussif y la Dra. Mª Ángeles-Prados, que arroja luz al asunto: el 80% de los delitos de odio no llega a cursar denuncia y el 80% de los agresores son hombres entre 18 y 33 años que insultan, denigran o agreden a personas no-blancas, migrantes, que tienen creencias religiosas distintas a las suyas, pertenecen al colectivo LGTBI o se encuentran sin hogar, como una forma de diversión. Hombres jóvenes y españoles, hijos de una masculinidad tóxica, que campan impunes.

Pero el delito de odio no sólo les incumbe a ellos: a los agresores directos. Se entiende, y así está recogido en el Código Penal, que constituye delito de odio fomentar o promover de manera pública, odio, hostilidad, discriminación o violencia contra un colectivo. Cualquier persona que exponga, defienda y promueva públicamente ideas que denigran a una persona por su raza, orientación sexual, creencias religiosas o encontrarse sin hogar está incurriendo en un delito de odio, denunciable y punible. Desde el 2015 existen en España juzgados específicos para tratar los delitos de odio. Concretamente en Murcia, existen tres. Tal y como señaló Carlos Salmerón, fiscal de delitos de odio de la sección territorial de Cieza, es importante cursar la denuncia dejando constancia desde el primer momento que no se trata de una agresión arbitraria sino de un delito de odio pues eso facilita su tratamiento penal. Preguntado por las declaraciones públicas claramente xenófobas y homófobas de algunos políticos españoles, explicó la existencia de una excepción: el derecho de inviolabilidad recogido en la Constitución exime a los parlamentarios españoles de ser juzgados por delitos de odio.

El Congreso, que contó con las palabras de bienvenida de Patricia Bezunartea Barrio, Directora General de Diversidad Familiar y Servicios Sociales, presentó un programa interdisciplinar con la voluntad de ser un foro de encuentro en el que compartir y debatir sobre el papel de la educación respecto a los delitos de odio, abordar las causas de su infradenuncia, así como promover una mayor conciencia en la ciudadanía de que discriminar a alguien por formar parte de un colectivo vulnerable constituye un delito.

El periodista Miquel Ramos presentó su investigación sobre los crímenes de odio en España en los últimos 30 años (crimenesdeodio.info). Resaltó que “vanalizar es un error. No se puede vanalizar Auschwitz ni tampoco el discurso de odio. El odio responde a una ideología concreta. Y esa ideología sigue teniendo presencia y altavoz en España”. Recordó también que justamente se cumplían 31 años del asesinato de Sonia Rescalvo a manos de un grupo de neonazis en el Parque de la Ciudadela, en Barcelona.

Por su parte, Ruth Caravantes, técnica de investigación de la ONG Hogar sí, aclaró que “nadie vive en la calle por ansias de libertad. Las causas del sinhogarismo son estructurales, no personales. Cuando una persona llega a la calle ha sufrido ya un largo camino de exclusión y vulneración de derechos”. Respecto a las secuelas emocionales, Caraventes explicó que las vejaciones generan culpa y vergüenza en la víctima: 6 de cada 10 víctimas no se lo cuenta a nadie por lo doloroso que resulta sentir que se ha cuestionado su dignidad como personas. Asimismo, recalcó: “nos molesta un pobre pero no nos molesta el fenómeno que ha provocado esa pobreza”.

Entre los motivos que explican la baja tasa de denuncias se encuentran la situación de vulnerabilidad de las víctimas (los agresores escogen a personas en estado de indefensión legal, social o económico), el trauma emocional infringido sobre ellas, su desconfianza en los cuerpos de seguridad del Estado como agentes que velen por sus derechos y la ausencia de más mediadores culturales y agentes sociales formados específicamente en la atención socioeducativa. No es que no los haya, como demostró su amplia presencia en el Congreso y sus acertadas intervenciones en los debates, sino más bien que desde las Administraciones Públicas no se cuenta lo suficiente con ellos.

La manera de combatir el discurso de odio, explicó Alejandra Temprano Cobo, perteneciente a OBERAXE (Observatorio Español de Racismo y Xenofobia) pasa por intervenir en cuatro áreas:, favorecer la denuncia, mejorar las capacidades del Cuerpo Policial y la Guardia Civil, empoderar a las víctimas, y observar y cuestionar esos prejuicios, pues son la base en la que se sustenta el discurso. En ese sentido cabe destacar el proyecto Está en tu mano, (@estaentuman0, canal de Youtube) dirigido a la población joven y que utiliza las redes sociales para visibilizar y cuestionar esos prejuicios y detener los mensajes de odio. Inciden en la importancia de la responsabilidad personal a la hora de distinguir mensajes, vídeos o publicaciones que incitan al odio de colectivos vulnerables para no ser cómplices de él. 

Donato Ndongo- Bidyogo, escritor, periodista y político ecuatoguineano dio una definición de racismo muy simple: “racismo es cuando te juzgan por tu color y no por quién eres realmente”. Reconoció que “no es fácil vivir 50 años en España y ser negro” y que aún así, en todos estos años no se ha dejado “abatir por la hostilidad” ni ha abandonado la esperanza de devolver la dignidad a su comunidad.

Por su parte Álex Guirado, artista murciano, apuntó que la homofobia roba la adolescencia y la juventud a muchas personas LGTBI, que “este odio actual tiene muchos medios de comunicación detrás, mucho altavoz” y que “la extrema derecha pretende que los LGTBI no somos españoles. Por eso opone la bandera de España a la bandera del Orgullo LGBTI. Pero es que resulta que lo uno no quita lo otro”.

Tras la presentación de la primera investigación nacional sobre la infradenuncia de los delitos de odio, una frase invadió la pantalla del Paraninfo de la Universidad de Murcia: "No me preocupa el ruido de los violentos, me preocupa el silencio de los buenos." 

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